Alejandro Magno (356-323
a.C.) de esmerada educación griega (Aristóteles fue su preceptor) y
extraordinarias dotes militares, fue elegido comandante supremo de las fuerzas
griegas destinadas a combatir a Persia, Tebas se levantó en armas oponiéndose a
la Liga, Alejandro respondió sitiando, saqueando y destruyendo la ciudad, ante
esta situación el resto de las polis griegas se sometieron y se unieron a
Alejandro. En la primavera del 334 a.C. desembarcó en Asia Menor al frente de
su ejército, allí se dirigió a Troya donde según la leyenda rindió honores en
la tumba de Aquiles. Las victorias del rey se sucedieron una tras otra, en la
llanura de Isos en el año 333 a.C. la victoria de Alejandro fue completa y el
rey persa Darío III huyó, dejando en manos de los griegos el resto del imperio
persa Anatolia, Siria, Fenicia, Palestina y Egipto que se entregó sin ofrecer
resistencia. En Egipto fundó la ciudad que lleva su nombre, Alejandría. Luego
se dirigió a Mesopotamia donde Darío III había reunido un gran ejército. En la
batalla de Gaugamela en el 331 a.C. nuevamente Alejandro derrotó al rey persa con
un ejército muy superior en número al de los griegos, Darío huyó de la batalla
y Babilonia y Susa se entregaron. Alejandro le persiguió conquistando
Persépolis, antigua capital del Imperio Persa, y adentrándose cada vez más en
Persia (Media y Partia). El asesinato del rey por el sátrapa Bessos, que asumió
el poder con el nombre de Artajerjes IV, permitió a Alejandro considerarse
sucesor de dicho monarca, capturó y dio muerte a los asesinos de Darío, y
prosiguió su aventura exploradora por el Hindu Kush. Decidió casarse con
Roxana, hija de un príncipe local, lo que unido a un proceso de orientalización
terminó provocando el disgusto y el abandono de algunos de sus compañeros
macedonios. En el año 327 a.C. inició su expedición contra la India y derrotó
al rey indio Poros en el Punjab, en el río Indo tuvo que preparar el regreso
debido a un motín de sus tropas que se negaban a seguirle hasta el Ganges. En
su regreso Alejandro comprobó el desorden y corrupción que se había
generalizado en su imperio durante su ausencia, por lo que se vio obligado a
aplicar medidas correctoras. En el año 323 a.C., toda su gloria y proyectos de
dominio universal se vieron cercenados al morir en Babilonia, víctima de fiebre
y debilidad según su compañero e historiador Tolomeo, probablemente
consecuencia de fiebres, también se especula con envenenamiento.
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